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Ser mujer en la ciencia

Publicado el 11 de febrero de 2022

Ser mujer en la ciencia

Hoy 11 de febrero se celebra el Día Internacional de la Niña y la Mujer en la Ciencia, fecha que se conmemora después de que el 22 de diciembre de 2015, la Asamblea General decidiera establecerlo para reconocer el papel fundamental que desempeñan las mujeres y las niñas en la ciencia y la tecnología, a través de la Resolución A/RES/70/212.

Aunque sea solo un día al año para celebrar los avances que han realizado diferentes países por eliminar las brechas que existen en equidad de género en las áreas conocidas bajo el acrónimo STEM: Science, technology, engineering, and mathematics (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), también es una oportunidad para hacer una invitación a la sociedad, especialmente a las mujeres y niñas, a concebir dentro de sus proyectos de vida el hacer ciencia, rompiendo con los estereotipos de género y fortaleciendo una cultura que promueva la confianza en sí mismas.

Según la UNESCO, poder abordar y alcanzar algunos de los mayores desafíos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), desde mejorar la salud hasta combatir el cambio climático, dependerá del aprovechamiento de todos los talentos. Esto implica conseguir que más mujeres trabajen en estos campos.

“La diversidad en la investigación amplía el grupo de investigadores talentosos, aportando nuevas perspectivas, talento y creatividad. Este Día es un recordatorio de que las mujeres y las niñas juegan un papel fundamental en las comunidades científicas y tecnológicas y que se debe fortalecer su participación” publicó UNESCO.

Así mismo, es entender y resaltar que dicha diversidad debe garantizarse no solo por mayor producción de ciencia, sino también en la forma de garantizar la creación y construcción de un conocimiento con diferentes perspectivas y visiones no homogéneas del mundo, respondiendo apropiadamente a la atención de las necesidades de todos y todas.
Naciones Unidas declaró que persisten prejuicios que enfrentan las mujeres que se aventuran en este campo, situaciones que continúan alejando a las niñas de las ciencias y la investigación. Escenarios a los que están expuestas desde pequeñas y durante todo el trayecto de vida, a través de mitos y exclusiones que se promueven socialmente.

Cuando son niñas se les dice que “las niñas no son buenas para las matemáticas”, cuando son jóvenes se les insiste en que “los trabajos de campo son muy pesados para ellas o que no son para señoritas” y cuando son adultas “no se les contrata en tal trabajo porque son madres y se necesita dedicación de tiempo completo”.

Se podría decir que el campo de la ciencia enfrenta los mismos retos que el resto de la sociedad para la equidad de género, pues esta está desarrollada por personas inmersas en sistemas sociales y culturales que en efecto no les libera de estereotipos y prejuicios, por mayor formación técnica y científica, persiste situaciones de exclusión.

Así lo comprueba por ejemplo el efecto Jennifer y Jhon, el experimento social realizado por la Universidad de Yale en 2012, donde se les pedía a docentes calificados de distintas universidades de Estados Unidos, valorar a un estudiante para el cargo de lab manager con un mismo currículo, -exactamente el mismo- cuya única distinción era el género (Jennifer y Jhon).

Los resultados arrojaron que Jennifer fue peor valorada en tres aspectos y fue merecedora de una remuneración más baja. Dejando en evidencia los sesgos de género en la valoración de competencias de las personas en la ciencia según su género.

Panorama en América Latina

En el informe Las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas en América Latina y el Caribe, ONU Mujeres publicó un análisis con los desafíos más relevantes que existen en la región.

En el documento la organización resaltó que “América Latina y el Caribe es una de las dos regiones que han alcanzado la paridad en la proporción de hombres y mujeres investigadores (aquí el 45% del total de investigadores son mujeres)”.

A pesar de esto, aclaró ONU Mujeres, “las mujeres investigadoras aún se encuentran subrepresentadas en los niveles más altos de las carreras profesionales y continúan siendo una minoría en muchos campos de las STEM en casi todos los países de la región”.

Por otro lado, cifras reportadas por el Instituto de Estadística de la UNESCO en 2018 muestran que en América Latina el caso más alarmante es Perú, en este país tres de cada diez investigadores son mujeres, es decir el 28% de participación; y en México esta cifra corresponde al 33%.

Según este mismo reporte en 2021, Chile se sitúa entre los países de la región donde la proporción de mujeres científicas es más baja, con tan solo un 34% del total de investigadores.

Durante este mismo periodo, los países latinoamericanos con el mayor porcentaje de mujeres en áreas científicas en la región eran Venezuela, con 61,4%, seguido de Guatemala y Argentina, con 53,2% y 53% respectivamente.

Colombia

Según cifras del Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina (CODS) de la Universidad de los Andes, en 2020 en Colombia, solo el 37% de personas que ocupaban cargos de investigación eran mujeres. En el informe publicado especifican que el país ocupa el puesto número 15 de un total de 20 países de América Latina y el Caribe evaluados en las áreas de género e investigación.

En ese mismo año, Minciencias declaró que aún se evidencia una brecha persistente entre las mujeres que se dedican a la ciencia, la tecnología y la innovación frente a los hombres, ya que para el año 2019 existía un registro de 16.796 investigadores, de los cuales solo 6.411 eran mujeres.

A esto se le suman, otros rezagos como el efecto techo de cristal, entendido como aquella barrera invisible que impide a las mujeres alcanzar posiciones de poder y liderazgo por razones alusivas a su género.

Desde Share-Net Colombia consideramos que se deben seguir propiciando espacios de sensibilización, afirmación positiva, debate político y social, que permitan evidenciar la realidad que viven las niñas y las mujeres en la ciencia. Así mismo, poder proponer instrumentos que mejoren la calidad de la participación en la ciencia, tecnología e innovación, apoyando la eliminación de esta brecha que existe tanto en el país como en el mundo.

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